Autora: Yuli Soria
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2002) indica que el agua cubre más de dos tercios de la superficie de nuestro planeta. Además, aproximadamente el 98% del agua de la tierra se encuentra en los océanos y otros cuerpos de agua salada, mientras que la mayor parte del agua dulce se congela en capas de hielo y glaciares. El agua dulce de fácil acceso, que se halla en ríos, lagos, humedales y acuíferos, representa menos de 1% del suministro hídrico del mundo(FAO, 2002).
El Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la UNESCO (WWAP, 2019) reveló que el uso del agua ha venido aumentando un 1% anual, a nivel mundial desde la década de los ochenta, impulsado por una combinación del crecimiento de la población, desarrollo socioeconómico y cambio en los modelos de consumo. Se espera que la demanda mundial de este recurso siga aumentando a un ritmo similar hasta el año 2050, lo que representa un incremento del 20 al 30% por encima del nivel actual de uso del agua. Esto, principalmente al incremento de la demanda en los sectores industrial y doméstico. El WWAP también señala que más de 2.000 millones de personas viven en países que sufren una fuerte escasez de este recurso, y aproximadamente 4.000 millones de personas padecen una grave escasez de agua durante al menos un mes al año. Los niveles de escasez seguirán aumentando a medida que crezca la demanda del recurso hídrico y se intensifiquen los efectos del cambio climático.
Para el consumo del agua, encontramos dos problemáticas. La primera es la escasez física de este recurso hídrico que se deriva una mayor demanda de agua frente a la capacidad de suministro de agua. La segunda sería la escasez económica de agua que supone que existe disponibilidad de agua, pero por alguna razón económica, no es posible utilizar plenamente la fuente de agua, así por ejemplo como los costos de extracción, agua contaminada, etc. (Fortuño, 2017). WWAP (2018) expresa que “la extracción de agua en el mundo para el riego representa 70% del total de extracciones y hasta el 90% en las regiones poco fértiles y de bajas precipitaciones, los hogares domésticos utilizan 10% y las industrias el 20 %” del recurso hídrico (p.12).
A medida que la población mundial crece, también lo hacen las demandas de agua para el saneamiento, la agricultura, la producción de energía y para consumo, entre otros usos. Estas actividades a su vez, generan una mayor probabilidad de que las fuentes de agua existentes se contaminen por la acción humana. Actualmente el agua se encuentra contaminada por residuos industriales, pesticidas y otros contaminantes que no sólo hacen que el agua sea sucia, sino que haya un fuerte riesgo asociado a la mortalidad. En América Latina, menos del 20% de la población tiene acceso a sistema de saneamiento adecuados a las demandas de consumo (Fortuño, 2017).
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, 2013) indica que el Perú será uno de los primeros paises en quedarse sin agua, a pesar que poseemos casi el 5% del agua dulce del mundo. Nuestra dependencia al abastecimiento del agua de los glaciares y su desglaciación, producto del calentamiento global, ocasiona que la disponibilidad del recurso hídrico disminuya. Además, se estima que, durante los últimos 35 años, se perdió un 22% de la superficie de los glaciares, disminuyendo un 12% de agua dulce en la costa, generando perdidas en las reservas de agua.
El recurso hídrico es un recurso importante ya que sustenta una enorme biodiversidad, además de ser esencial para la supervivencia humana. No podemos permitirnos ser descuidados con este recurso vital. Para hacer frente a la escasez de agua, podemos realizar actividades productivas que pueden dar respuesta a la problemática futura del agua, como la implementación de los emergentes mercados de “bonos verdes”, con la construcción de infraestructura resiliente relacionada con el agua. Las viviendas podrían contar con tanques de agua de lluvia, duchas ecológicas, cisterna de bajo consumo, entre otros.
Hacer uso de la tecnología para el tratamiento del agua también puede ser una solución a la problemática. En Brasil se creó un dispositivo para purificar el agua de lluvia a través de la radiación solar. El dispositivo ha beneficiado a 265 personas y podría llegar a otras 700 este año y tiene potencial para ser replicado en otros países, ya que es de bajo costo, fácil de mantener y puede durar hasta 20 años. Además, sus facilidades lo hacen especialmente útil en áreas rurales o semiáridas donde el agua corriente no es accesible. El mundo de los negocios necesita nuevas ideas y más cultura de emprendimiento para abordar los desafíos ambientales, al tiempo que garantizamos el crecimiento a largo plazo.
Referencias:
§ FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). (2002). Agua y Cultivos: Logrando el uso optimo del agua en la agricultura. Recuperado de http://www.fao.org/3/y3918s/Y3918S.pdf
§ Fortuño, M. (2017). La economía del agua: El futuro se avecina complicado. Recuperado de https://es.weforum.org/agenda/2017/03/la-economia-del-agua-cada-vez-sera-mas-importante?fbclid=IwAR00L5LvLoBnyL6Si7bGPoEYkSuucu0LVKhU3ucyyQn6AKO6KrZ_zlAamo
§ Sikdar, A. (s.f). Agua [Fotografía]. Recuperado de https://unsplash.com/photos/LoGnr-w1D8E
§ WWAP (Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la UNESCO). (2019). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hìdricos 2019: No dejar a nadie atrás. Recuperado de https://www.acnur.org/5c93e4c34.pdf.
§ WWAP (Programa Mundial de las Naciones Unidas de Evaluación de los Recursos Hídricos) /ONU-Agua, (2018). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2018: Soluciones basadas en la naturaleza para la gestión del agua. Recuperado de https://www.uncclearn.org/sites/default/files/inventory/ga.pdf