El Perú se encuentra frente al reto de cumplir con las crecientes demandas de infraestructura con el fin de articular e incluir fracciones de territorio que continúan siendo excluidos. El desarrollo de infraestructura es fundamental para el progreso, al promover el crecimiento económico, así como una mayor producción contribuyendo en el largo plazo a una reducción de la pobreza, mayor acceso a los servicios y mayor desarrollo del capital humano. La infraestructura también puede ser un impulsador para mitigar el cambio climático siempre y cuando esta sea sostenible desde una perspectiva ambiental y social. 

Cifras nacionales muestran que el 87,7% de los hogares peruanos tiene acceso a energía, sin embargo, en algunas zonas rurales casi la mitad de los hogares no cuentan con este servicio. Con el fin de disminuir estas brechas en infraestructura, el Estado debe afrontar esas limitaciones y crear alianzas. Una alternativa interesante son las Alianzas Publico Privadas (APP) las cuales en su mayoría de casos proveen recursos faltantes, acceso a tecnología avanzada y mayor eficiencia. Las APP para infraestructura son cada vez mas comunes en países como el Perú por distintos motivos: falta de capacidad del sector publico para llevar a cabo proyectos, así como limitaciones financieras, entre otros. Sin embargo, existen barreras que dificultan la inversión privada en infraestructura como bajos niveles de transparencia, corrupción, vacíos en arreglos institucionales, así como la ausencia de planes nacionales o locales de infraestructura. Estos obstáculos deben ser confrontados para facilitar estas alianzas y continuar con el desarrollo del país. 

Mas allá de estos obstáculos, las APP han podido participar de proyectos de infraestructura generando energía, transporte, comunicaciones y agua, todos servicios atribuidos al sector publico en años anteriores. Considerando todos los beneficios que una alianza de este tipo podría traer, sobretodo en temas de diseño, estas alianzas podrían ser una gran oportunidad para la implementación de infraestructura sostenible con el fin de hacer frente al cambio climático. 

¿La infraestructura tiene que ser sostenible?

60% de las emisiones de carbón vienen de la construcción y operación de infraestructura[1], habiendo aun grandes proyectos de infraestructura pendientes para cumplir con los objetivos a nivel país y de la región. América Latina presenta un contexto geográfico y social complicado para el desarrollo de planes de infraestructura. El impacto del cambio climático es uno de los principales obstáculos, ya que se han producido perdidas considerables debido a desastres naturales. Fenómenos como El Niño en Perú en el año 2017, han costado 3.1 billones[2]de dólares con un total de 549 puentes dañados. Cada año el riesgo del cambio climático es mas alto y por lo que es fundamental considerar estos factores para el diseño, construcción, mantenimiento y financiamiento de nueva infraestructura.

La importancia de infraestructura sostenible ha ganado espacio en el debate internacional a tal punto que esta siendo abordada en la meta 9 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Al comprometerse a los ODS, el Perú debe buscar el desarrollo del país de una manera sostenible, en este caso en particular la meta 9 busca “Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación” es bajo este marco que las instituciones peruanas deberían trabajar este tema. En una forma mas especifica la meta 9.1  sostiene que se debe “Desarrollar infraestructuras fiables, sostenibles, resilientes y de calidad, incluidas infraestructuras regionales y transfronterizas, para apoyar el desarrollo económico y el bienestar humano, haciendo especial hincapié en el acceso asequible y equitativo para todos” y la meta 9.5 a “Facilitar el desarrollo de infraestructuras sostenibles y resilientes en los países en desarrollo mediante un mayor apoyo financiero, tecnológico y técnico”. Definir un marco para la infraestructura sostenible es transcendental para incorporarla al plan nacional y de esta manera proveer una base conceptual que permita un cambio a nivel institucional desde el gobierno. Con esto facilitar el desarrollo de mejores proyectos que aseguren el cumplimiento de objetivos a nivel nacional en términos de progreso y desarrollo.

El grupo BID define infraestructura sostenible como “aquellos proyectos de infraestructura que son planificados, diseñados, construidos, operados y al fin de vida removidos en forma tal que se asegure la sostenibilidad económica y financiera, social, ambiental (incluyendo la resiliencia climática), e institucional, durante el ciclo de vida completo del proyecto”.  

La complejidad de los proyectos de infraestructura involucra a diferentes actores en las distintas dimensiones y el ciclo del proyecto. Por este motivo, es importante considerar las cuatro dimensiones de la infraestructura sostenible i) economía y financiamiento sostenible, ii) sostenibilidad ambiental, iii) sostenibilidad social y iv) sostenibilidad institucional al planificarlo, cada una de estas dimensiones dará una base valiosa para su implementación. Por otro lado, antes de diseñar una infraestructura sostenible es crucial analizar que soluciones para infraestructura existen en la naturaleza, con el fin de promover infraestructura natural. En la Amazonia, muchas veces el desarrollo de infraestructura implica deforestación, daño a la biodiversidad y riesgos para las comunidades nativas. Un ejemplo de infraestructura natural es el proyecto que se busca implementar en la hidrovia Amazónica articulando los ríos Huallaga, Marañón, Ucayali y Amazonas volviéndolos adecuados para navegación durante todo el año. Este proyecto traería beneficios sociales y económicas ya que los ríos son uno de los principales medios de transporte en la Amazonia, el 90% de los pasajeros y la carga viajan a través de los ríos. La implementación de este proyecto incluye la limpieza y el mantenimiento de troncos y ramas que impiden una navegación fluida, así como brindar información sobre el nivel de agua, entre otros.

La infraestructura verde es definida por la Unión Europea como “una herramienta de eficacia probada que aporta beneficios ecológicos, económicos y sociales mediante soluciones naturales y que nos ayuda a comprender el valor de los beneficios que la naturaleza proporciona a la sociedad humana y a movilizar inversiones para sostenerlos y reforzarlos” implementar infraestructura verde reduce la dependencia a la infraestructura “gris” brindando además beneficios sociales y a la biodiversidad.  El Reino Unido ha sido el primer país en publicar la Estrategia de infraestructura Verde y la Unión Europea ha establecido su Estrategia para la Biodiversidad. En el Perú, el Ministerio de Economía y Finanza publicará el Plan Nacional de Infraestructura para el año 2019 basado en las guías definidas en el Plan Nacional de Competitividad la cual incluye a la economía verde dentro de sus parámetros para el fomento en practicas de producción y de competitividad.

En países como el Perú, donde el desarrollo de infraestructura es vista como una oportunidad para generar empleo y crecimiento económico es fundamental que el desarrollo de la infraestructura verde sea reconocido de igual manera.  Adicionalmente a los beneficios ambientales, la infraestructura verde logra el cumplimiento de otros objetivos como la mitigación al cambio climático y el respecto a las actividades tradicionales de los pueblos indígenas, así como su identidad (Convenio 169). De la misma forma podría incrementar el valor de ciertos servicios ecosistemicos generando sistemas económicos en territorios que han sido excluidos por décadas. La demostración y el reconocimiento de estos beneficios podría atraer a la inversión privada en temas de conservación. 


[1]BID.

[2]BID.