Este es el tercer artículo de una serie que utiliza escenarios como metodologia de comunicación https://fni.pe/comunicarnos-mediante-la-narrativa-de-escenarios-posibles/
Por: Mario Bazán
La crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo como consecuencia de la Pandemia SARS2-COVID 19 nos invita a pensar en cómo será el futuro. Lo primero que desnuda una crisis es las capacidades para poder enfrentarla. En una primera instancia, el Perú se sentía preparado para poder resistir. La solvencia macroeconómica que ha sido la columna vertebral de todos los gobiernos en los últimos veinte años sin duda fue el principal pilar para ver la crisis con cierto optimismo al principio. En contraste, las deficiencias del sistema de salud nos colocaban en una situación de mucha vulnerabilidad, y nos daban un pronóstico reservado para lo que podía suceder en el Perú. En el medio, las capacidades del gobierno para liderar un proceso de resistencia con nuestras fortalezas y conociendo la tremenda vulnerabilidad del país.
Esta crisis es provocada por un evento de larga duración. Aún estamos en pleno despliegue del evento, y las consecuencias están dadas por el efecto directo de la pandemia (pérdidas de vida) y por el efecto indirecto de la duración del mismo (descontento social, y quiebre de empresas y de la actividades económicas). La fecha de término aún es incierta. Sea por el desarrollo de una vacuna, la respuesta inmunológica de la humanidad, o alguna cura que se descubra la llegada o el desarrollo de esa solución al país va a tardar. Por lo tanto, no es suficiente pensar en como se resiste al evento, sino que es necesario ir pensando en alternativas para salir y anticipar los procesos de salida de la situación que está dejando la pandemia.
En menos de un año deberíamos estar eligiendo al siguiente presidente del Perú y un nuevo Congreso, quienes deberán asumir el gobierno en julio de 2021. Estas elecciones van a desarrollarse al finalizar, con suerte, este contexto de pandemia. La importancia, por lo tanto, de esta elección es crucial para determinar como se sale de lo que muchos llaman “la gran depresión del 2020-2021”.
Proponemos cuatro escenarios posibles situándonos en el siguiente periodo presidencial (2021-2026). Los escenarios combinan dos elementos, por un lado, el contexto que estará determinado por los factores externos al país, tales como las posibilidades del Perú en el comercio internacional, el nivel de atracción de capitales relativas a otros países y otras regiones, la probabilidad de una cura o vacuna que llegue o se desarrolle en el Perú, y la ocurrencia o no de los riesgos de desastres a los que el país siempre está expuesto.
Por otro lado, los factores internos están determinados la capacidad del gobierno entrante y la institucionalidad del país, que refleja los mecanismos para logar que la voluntad política se concrete en acciones a favor de la ciudadanía. Esto incluye que la gestión de los conflictos y paz social, el manejo del sistema de salud, y la seguridad en todos sus aspectos sean gestionados de una manera eficiente y eficaz.
Esta combinación de factores externos e internos configuran cuatro escenarios. El más optimista lo hemos denominado el despegue y sería el ideal para el país. En este escenario se combina un contexto favorable con una buena gestión de gobierno. Para que suceda, tenemos control solo sobre los factores internos, que pasan por elegir un buen presidente, así como un congreso plural y competente. Incluye una ciudadanía que participa como vigilante, contribuyente y emprendedora. El sector privado esté muy dinámico en actividades económicas con llegada al mercado internacional, y generando puestos de trabajos adecuados y suficientes para absorber la oferta laboral. En el contexto internacional, los precios de las materias primas que exporta el país aumentan, el riesgo país se mantiene bajo y no ocurren eventos naturales de gran impacto.
El escenario menos deseable, “el estancamiento”, es en el que se combina un contexto adverso con una gestión de gobierno deficiente y una ruptura de la capacidad institucional alcanzada hasta el momento. En este escenario el descontento social se traduce en conflictos sociales en todo el país. Se pierde la confianza en las instituciones, la corrupción avanza, y, entre otras cosas, las capacidades de respuesta del Estado son menores por la pérdida de recaudación. Esto fuerza a una falsa gobernabilidad impulsada por un gobierno populista, pero que debilita las finanzas públicas, por lo que cada vez tiene menos capacidad de responder a las demandas ciudadanas con preventas.
Los escenarios intermedios combinan un contexto favorable con capacidad interna negativa, “la agonía” y un contexto desfavorable con buenas capacidades internas “el aguante”. En “la agonía” representa la clásica frase del “país de las oportunidades perdidas”, que ha caracterizado a nuestro país a lo largo de su vida republicana. En el caso del escenario “el aguante”, es lo mínimo que responsablemente deberíamos elegir.
¿Qué implica en el presente cada uno de estos escenarios?. Ante los cuatro casos debemos establecer las condiciones para minimizar la posibilidad de ocurrencia de los escenarios “el estanque” y “la agonía” que dependen en parte de lo que los ciudadanos van a elegir en las siguientes elecciones. Esto dependerá por un lado de que las normas electorales restrinjan el acceso a los malos políticos que tienen antecedentes judiciales pendientes con el Estado, o cualquier participación delictiva, y por otro lado generen los incentivos para que las personas mejor preparadas se propongan para una participación política más activa. En segundo lugar, la ciudadanía debe asumir ciertos compromisos, voluntarios, que reflejen la intención de cambio. Esto implica ser menos permisible con la corrupción, mayor respeto a las normas y deberes, entre los que se incluye el pago a tiempo de impuestos, y mayor participación en los espacios de vigilancia ciudadana. Tercero, promover actividades y prácticas económicas más sostenibles con el ambiente y tomando en cuenta la justicia social para trabajadores y ciudadanos.
Para que el escenario optimista, “el despegue” suceda, implica un compromiso del gobierno saliente, el sector empresarial y la ciudadanía. El Acuerdo Nacional, repensado, puede ser un espacio de confluencia para que los esfuerzos para establecer las mejores ideas y que empiecen a calar en la ciudadanía como un nuevo sentido común son necesarias. El papel de los Think Tanks, incluido las universidades más reflexivas, debería contribuir con la propuesta de revisiones de los sistemas de gobierno, así como de los instrumentos de política que permitan traducir la buena voluntad en acciones y en el impacto deseado. Finalmente, el sector empresarial, debería invertir en negocios que utilicen tecnologías amigables con el ambiente, generen trabajos decentes, y su impacto en el ambiente y la sociedad sea positivo.